Perdiendo el norte

Sin excusas

Tiene razón la Marea Amarilla cuando exige que el Ministerio termine, presente y ejecute el proyecto de soterramiento

El movimiento ciudadano que lucha por el soterramiento del tren en Granada se ha cansado de esperar y, tras largos años de silencio, anuncia movilizaciones. El portavoz de la llamada Marea Amarilla, José Fernández Ocana 'Rufo', ha aseverado: "Más allá de la inteligencia artificial y del acelerador de partículas, los políticos tienen que recordar que en los barrios vive gente".

Granada perdió la oportunidad de afrontar el soterramiento, la gran estación que la ciudad necesita y se merece, un AVE de verdad sin la chapuza de Loja; y el centro logístico, por un gobierno, el del PP, que eludió ese "marrón" gracias a las dilaciones (nunca sabremos si pactadas) ofrecidas en bandeja por un Ayuntamiento que mareó la perdiz con la propuesta de trasladar la estación a la rotonda de Europa.

Tiene razón la Marea Amarilla cuando exige que el Ministerio de Transportes termine, presente y ejecute el proyecto de soterramiento. El Ministerio se escuda en el debate abierto sobre si la estación debe quedarse donde está o debe llevarse fuera de la ciudad. Los redactores del nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) proponen llevarla al otro lado de la Circunvalación, frente a Hipercor.

¡Menudo "déjá vu"! Si aquel Gobierno condenó a Granada a la actual situación ferroviaria (de aquellos polvos "pastoriles", estos lodos), el actual está haciendo -igual y gravemente- dejación de funciones.

Granada no puede permitirse abrir un melón eterno sobre la ubicación de la estación. El debate puede alargarse años. La ciudad debe decidir ya (esta semana, este mes, este año) dónde la quiere. A mi juicio, no pasaría nada por ubicarla donde se propone, porque la afección a la vega es mínima. Por cierto, quienes se echan las manos a la cabeza han permanecido callados y ni se han inmutado por afecciones más graves.

Sea como sea, no puede parecer que estamos abriendo el debate del PGOU para darle tiempo al Ministerio o dándole una excusa para no invertir.

Si se quiere, el debate sobre la estación se puede cerrar en un tiempo prudencial. Granada debe decirle ¡ya! al Ministerio que la estación estará donde siempre o en otro sitio, para que el Gobierno actual no haga como aquel de infausto recuerdo (ferroviariamente hablando) y escurra el bulto.

Granada merece un entorno urbano sin las heridas actuales que dividen la ciudad. Pero tampoco denostemos los grandes proyectos a los que aspiramos. Los necesitamos y, por primera vez, nos han puesto las pilas de la unidad.

Nuestros dirigentes deben estar en lo grande y en lo pequeño. Deben y pueden, sin dar la impresión de que fabricamos coartadas para evitar que otras administraciones comprometan inversiones. Ya sucedió con la locura de la rotonda de Europa. Que no pase ahora igual, Pacoooo.

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