Esta boca es tuya

Antonio Cambril

cambrilantonio@gmail.com

La ganadora

La fuerza de Susana Díaz en Andalucía es directamente proporcional a su debilidad en el resto de España

La recogida de avales de los candidatos a la secretaría general del PSOE ha destrozado todos los tópicos y lugares comunes creados por la propaganda del aparato del partido en torno a Susana Díaz. Ni es una ganadora milagrosa, como asegura el eslogan que ella ha convertido en un compendio de filosofía política, ni es "el PSOE cien por cien"; si acaso, el PSOE a menos del 50%. Pese a haberse retratado durante la precampaña con la práctica totalidad de los dirigentes presentes e históricos, Susana no ha alcanzado la mitad de los avales depositados y, aunque ha ganado en seis comunidades autónomas, sólo lo ha hecho de manera aplastante en Andalucía, donde ha obtenido el 42% de todos sus apoyos. Los resultados le anuncian un futuro inquietante si se considera que nadie se embronca con quien reparte el rancho: han sido infinidad las agrupaciones en las que el secretario ha forzado la firma pública de militantes que le pueden deber, o esperar de él, una subvención, la inclusión de su nombre en una lista, la promoción de un familiar o cualquier otro favor. Esos avales no tienen por qué convertirse necesariamente en votos cuando se produzca la elección secreta del próximo día 21. Todo lo contrario le sucede a Pedro Sánchez, vencedor en once comunidades y cuyo respaldo, por las mismas razones antedichas, parece bastante sincero, con lo cual es más lógico que su sostén crezca a que descienda.

Hay algo peor para Susana Díaz: su fuerza en Andalucía es directamente proporcional a su debilidad en el resto de España. El rechazo de la propia militancia en casi todo el norte del país muestra que sería peor candidata que Pedro Sánchez en las elecciones generales a las que acudiría en caso de ganar las primarias. Pasado Despeñaperros, su imagen de campechana de volante y faralaes no provoca precisamente el entusiasmo, a lo que hay que sumar la nefasta gestión llevada a cabo en la Comunidad (a la cola en todos los índices de riqueza, empleo o educación), lo que constituiría un arma poderosísima en manos de sus adversarios ideológicos. Y, si pierde y se refugia en la Presidencia de la Junta, no tardará en ver como muchos de los que ahora la apoyan desinteresadamente la abandonarán para acudir en socorro del vencedor, como apuntaba hace días en estas mismas páginas José Aguilar. Susana Díaz ha muerto antes de nacer como aspirante a la jefatura del Gobierno, aunque ella, como el psicólogo que encarna Bruce Willis en El sexto sentido, aún no lo sabe.

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