Los mensajes del Albaicín

Si algo me pone triste es pensar que ya no veré la Alhambra cuando esté entre los muertos

El Albaicín es un barrio que parece diseñado para la llegada de la primavera, cuando en los cármenes florecen las margaritas y los flamboyanes. En ese barrio es donde encuentro la belleza del mundo, desde el mirador de San Nicolás, desde el de San Cristóbal, desde la Vereda de Enmedio, desde la placeta de Los Carvajales con la Alhambra reflejándose en el agua de la fuente alargada del suelo. En el Albaicín el sol de invierno te regala la alegría de estar vivo. Sobre todo, si ves un amanecer que haga resplandecer a la Alhambra y a la Sierra con su capa de nieve encima. Cuando todas las mañanas subo hasta allí, me parece oír su mensaje: “merece la pena vivir, no tengas miedo. Mírame a mí. Yo soy todo lo que te falta en la vida”. Llevo viviendo más de cuarenta años en Granada y es ahora cuando parece que la Alhambra me habla. Dice Manuel Vilas que las ciudades más hermosas de la Tierra te hablan cuando entras en la edad madura, en la edad del conocimiento. Y es verdad. La Alhambra, que lleva ochocientos años en el mundo, parece esperarme todas las mañanas a que yo la admire. Y si allí algo me pone triste es pensar en que ya no la veré cuando esté entre los muertos. También el barrio me habla, me da mensajes. Me ve todos los días dar vueltas por allí y parece decirme que por muchas veces que vaya nunca lo conoceré del todo, que hay rincones mágicos que aparecen y desaparecen conforme tengo el día. En cualquier calle me puedo encontrar una revelación. Ayer mismo encontré una tapia blanqueada cerca de Calle del Beso decorada con el carmín de cientos de labios de mujeres que han besado la pared. Ósculos rojos en los que se nota las grietecillas morbosas de los belfos. “Cuanto me gustaría ser / la fuente de mi barrio / para que cuando pases y bebas / sentir muy cerca tus labios”, que dice el poema de la Fuente de la Amapola. “¿Dónde están los besos que me debes?”, se pregunta un grafitero en un banco de la plaza de Los Carvajales. Donde hay pintadas en las paredes de los que se aburren en su casa: “Que sigáis por el camino del bien, porque por el del mal hay un atasco de puta madre”. Hasta en el banco de piedra una chica ha escrito con cierta desilusión y con letras rojas: “No era un pene, era una pena”.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios