Mi reino por un enchufe para cargar el móvil

En las salas de espera la gente busca enchufes como locos e incluso muchos bares ya se encargan de darte el cargador

En mis tiempos el único cacharro que servía para muchas cosas era la navaja suiza. Ahora es el móvil. Lo tenemos para llamar, para echar fotos, para ver el tiempo que hará mañana o para comprobar por internet, tras una apuesta en el bar, el año en que el hombre subió a la luna o en dónde están las Islas Mauricio. El móvil, se ha convertido, sin duda, en el cacharro que más utilizamos. Tanto es así que muchas personas lo primero que hacen al llegar el día es mirar la pantallita del móvil y luego llevárselo al cuarto de baño. (Un chiste sobre eso: El otro día me fui a cagar sin el móvil y comprobé que mi cuarto de baño tiene 178 baldosas). No sabemos hacer nada sin él. Es más, nuestro estado de ánimo veces depende del nivel de la batería del celular. Si tenemos un diez por ciento nuestro ánimo se pone por los suelos. Si está al 90 por ciento, nos sentimos confiados y seguros. Por eso hay personas que al poco tiempo de salir de casa tienen una imperiosa necesidad de cargar el móvil. Hace poco hice el Camino de Santiago y los que dormíamos en albergues íbamos más deprisa de lo normal solo por llegar cuanto antes a un sitio que nos dieran una cama al lado de un enchufe. En estos días que estoy visitando más hospitales de los que desearía, veo a la gente en las salas de espera buscando enchufes como locos para cargar su móvil. Y ya muchos bares, conscientes de que la competencia para agradar a clientes puede ser ofrecer un enchufe para el teléfono, ponen carteles en los que pone que ellos se encargan de darte el cargador. Me acuerdo de una anécdota de un cura de un pueblecito italiano que vio sentada frente a la imagen de la Virgen del lugar a una pareja de turistas. El cura se alegró de que dos forasteros sintieran esa devoción por su Virgen y al cabo de una hora, un tanto intrigado, fue a preguntarles.

-Perdonen, ¿están rezando a Nuestra Señora?

-No. Estamos esperando a que se cargue el móvil -le dijo el hombre señalando el teléfono enchufado que había al lado de la capilla en donde estaba la Virgen.

Si hoy hay una devoción fuera de lo normal, es la devoción por el móvil. Y si Ricardo III existiera, exclamaría: ¡Mi reino por un enchufe!

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