Cambia, todo cambia

Un taxi por favor

Las condiciones económicas y laborales que defiende este colectivo deberían preocuparnos, y mucho

Los taxis son un transporte público fundamental para la movilidad sostenible en nuestras ciudades, principalmente en las que sufren graves problemas de tráfico como Granada. Para evitar que los vehículos privados sigan contaminando el aire que respiramos, necesitamos un servicio de coches con chófer para efectuar algunos desplazamientos que de otro modo serían muy complicados. Es excesivo enumerarlos todos, pero seguro que la mayoría hemos recurrido a un taxi para viajes tan importantes como acudir al hospital o a la estación de trenes (cuando los había…). Si esto les parece poco, en el momento en el que nos subimos a un taxi, ponemos nuestra seguridad en manos de quien lo conduce. Así que las condiciones económicas y laborales que defiende este colectivo deberían preocuparnos, y mucho.

Por todas estas razones, y por algunas más, el sector del taxi, como el resto del transporte público, está regulado y nadie puede coger su coche y cobrar por llevar personas desconocidas de un lado para el otro sin tener una licencia, un carnet especial y un vehículo preparado para esta tarea.

Sin embargo, las grandes multinacionales que siempre pretenden lucrarse precarizando nuestros servicios públicos ahora han puesto al sector del taxi en su punto de mira. Con la excusa de las nuevas tecnologías están tratando de quedarse con el negocio pagando mucho menos por las licencias y acumulando el control de flotas enteras de esos coches negros llamados VTC, que son tan oscuros como las condiciones de trabajo de quienes los conducen, o como los destinos lejanos de los beneficios que generan.

Evidentemente, quienes trabajan con los VTC quieren defender su empleo, aunque sea precario, pero tienen que entender que no pueden hacerlo quitando trabajo al sector del taxi o empeorando la situación de este transporte público. Cuando el 99% nos peleamos por las migajas mientras el 1% se queda con los beneficios, incluidos los de servicios públicos como los taxis, pierde toda la ciudadanía. Si se detectan carencias en el transporte público, y los taxis necesitan mejoras, que se reorganice el servicio a nivel metropolitano o si es necesario que se otorguen más licencias, que además podrían servir para crear empleo y desarrollo local. Y si, como nos dicen, el futuro está en las nuevas tecnologías, pues que se utilicen las aplicaciones que ya tienen los taxis, incluyendo la solicitud de servicios con apps online o el pago con tarjeta en el mismo vehículo, de manera incluso más cómoda que la propuesta de esas grandes multinacionales que pretenden quedarse con porcentajes altísimos del coste del viaje sólo por mantener una plataforma en internet.

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