Bloguero de arrabal

Pablo Alcázar

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La tilde de Rociito: ortografía rosa

Cuando se casó la niña de Pedro Carrasco y Rocío Jurado le regalé su nombre libre del alfilerazo de la tilde

No tardarán la neurociencia y la inteligencia artificial en explicarnos por qué la Pintura toda cupo en la cabeza de Picasso, por qué el Universo en la de Stephen Hawking o la Poesía en el cerebro de Federico García Lorca. Y por qué un asunto tan técnico como el del uso de la tilde en las palabras 'solo', 'este', 'ese' y 'aquel', puede, gracias a un poema de Lorca, dejar de ser cosa de filólogos para convertirse en algo novedoso, inefable, casi a estrenar, prístino… (Bueno, dejo ya de adjetivar que tengo delicados los dedos de la mano). Que Federico en el Soneto de la dulce queja funda -o confunda- 'tilde' y 'acento' (signo ortográfico e intensidad del sonido) se le puede perdonar; y hasta se lo podemos celebrar. Porque resulta numinoso que la respiración del amante dormido sea a la vez el alfilerazo de una tilde y la caricia del aliento en la cara del amado despierto: "Tengo miedo a perder la maravilla / de tus ojos de estatua y el acento / que de noche me pone en la mejilla / la solitaria rosa de tu aliento". También será la neurociencia la que dilucide por qué un alma vulgar como la del que esto escribe prefirió en 1996 no entrar en honduras filológicas o poéticas y ocuparse, en una carta al director de un diario, que conservo, sólo de si Rociito llevaba tilde o no. "Sr. Director -decía en la carta- ahora que los adalides de la España conservadora (Aznar acababa de romper a hablar catalán en la intimidad) se atreven a adentrarse descuidados en las luminosas aguas de la lengua catalana, podemos dejar de romper lanzas por las lenguas periféricas y dedicar nuestro tiempo a la defensa del castellano. No saben esos señores el bien que nos hacen a todos. La primera que lo va a notar va a ser la niña de Rocío Jurado que se nos casa. Quiero regalarle a la chiquilla -no puedo olvidar que su padre hizo la mili conmigo- la correcta y pulida escritura de su nombre. Que nadie más, a partir de ahora, escriba *Rociíto. Sepa todo el mundo, lo dice la Gramática de la Lengua Española de la Real Academia ( 1994, párrafo 37,2º, página 42), que Rociito se escribe sin tilde. Por lo menos que la hija de mi conmilitón no lleve esa mancha al altar. Que pueda casarse de blanco: los académicos, tras fijar, limpiar y dar esplendor al gracioso diminutivo de su nombre, lo autorizan". ¡Ortografía rosa!

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