Pepe Torres ha dicho la verdad con la campechanía que le caracteriza: "Soy tacaño, soy (de la cofradía de la virgen) del puño". Doy fe de ello, este hombre tiene cocodrilos en los bolsillos, en los años que lo conozco, y serán más de 25, jamás lo he visto echar mano a la cartera. Ha dicho también el ex alcalde ante la jueza instructora de la operación Nazarí que él, de Urbanismo, no sabe nada, pero nada de nada, que lo delegaba todo en la concejala. Esto, de ser cierto, es malo; y, si es falso, es peor. En el primer caso confirma que la ciudad ha tenido al frente a un inútil, a un señor con menos luces que un barco pirata en lo referente al área que proporciona mayores ingresos a un ayuntamiento. ¿Por qué cobraba entonces? ¿Por colgarse el medallón, empuñar la vara de mando y presidir la procesión del Corpus? En el segundo supuesto, podría hacer buena la tesis de la Policía, según la cual se encontraría al frente de "una trama corrupta que estaría actuando como una verdadera organización criminal". Porque trama parece que había, lo que está por demostrar es quienes la dirigían y conformaban: Torres no lo niega, se limita a decir que lo desconocía; y Nieto se defiende apuntando hacia Jacobo de la Rosa, un antiguo responsable de su área que huyó y buscó refugio en la Diputación a la sombra del presidente del PP, Sebastián Pérez.

Hay otras certezas. La primera, esa enorme acumulación de posesiones por parte de los políticos y técnicos con mayor poder supuestamente implicados en la operación: trece, quince o más propiedades, con la peculiaridad de que, según la investigación, ni Torres ni Nieto las habían declarado como obliga la ocupación del cargo. Ambos, además de adquirir casa en el mismo edificio de la calle Obispo Hurtado, que recibió una multa ridícula por parte de ellos mismos tras alcanzar más altura de la permitida, también poseen residencia en Marbella. ¡Qué obsesión con Marbella! Y Lorente, el hombre que ha dirigido el Urbanismo en Granada, ya en un puesto ya en el otro, desde los tiempos de Jara, sumaba a su parque de viviendas seis pisos comprados a uno de los constructores investigados y varios BMW a otro, si creemos a la UDEF. ¡Qué endogamia! ¡Qué incesto! ¡Qué comparsita! ¡Estaban todos todo el día juntos, chateando o hablando por teléfono! Aunque eso no los convierte necesariamente en culpables. La justicia decidirá. Pero "aquí huele, Sancho". Y no a flores.