Granada

Matemáticos sin complejos

  • La Facultad de Ciencias de la UGR acoge una nueva edición de la fase provincial de la Olimpiada Matemática auspiciada por la Real Sociedad Matemática Española

Primera sesión de la Olimpiada Matemática en Ciencias.

Primera sesión de la Olimpiada Matemática en Ciencias. / Carlos Gil

“Los niños te sorprenden”. Minutos antes de comenzar la primera sesión de la fase provincial de la quincuagésima edición de la fase provincial de la Olimpiada Matemática, el catedrático del Departamento de Álgebra de la Universidad de Granada, Pascual Jara, ultima los preparativos para la competición. Proyector preparado, enunciados sobre la mesa. No se permiten calculadoras. En el rellano del aula de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Granada donde se celebra esta singular prueba una veintena de adolescentes. Quizá de entre los más brillantes de la provincia. En ellos no se busca que sepan mucho. Se valora, sobre todo, su capacidad para abordar un problema y plantear una solución. Todos ellos proceden de institutos de la provincia, cursan entre primero y segundo de Bachillerato y viven las Matemáticas de una forma singular. Alejada de los estereotipos y del sambenito de hueso.

Nicolás participó en el programa de estímulo de talento matemático Estalmat

Nicolás López repite después de la experiencia del pasado curso, cuando consiguió alcanzar la fase nacional de la prueba organizada por la Real Sociedad Matemática Española (RSME). De la prueba local se hará una primera criba. Tres estudiantes granadinos competirán en la fase regional. De ahí saldrán doce seleccionados para la fase nacional, donde está en juego el acceso a la prueba internacional.

Nicolás, que cursa segundo de Bachillerato en el IES Francisco Ayala, reconoce que lo suyo son las Matemáticas. En Secundaria participó en el programa de captación de talento matemático Estalmat. “La gente lo relaciona con cuentas muy feas”, reconoce sobre la percepción que se tiene entre el alumnado, normalmente, de la asignatura. Él ve los problemas más como un proceso, un reto en el que avanzar y que le apasiona. Mientras otros alumnos posiblemente destinen su tiempo libre a las consolas, él resuelve problemas. Le motivan especialmente las ecuaciones funcionales. Y también reconoce que la falta de apego a los números puede estar en el modo en el que se enseñan. “No las enseñan de una manera obvia”.

Entre la veintena de estudiantes que optan a pasar a la fase andaluza únicamente hay una chica. Julia Carter, que estudia primero de Bachillerato en el IES Ángel Ganivet, reconoce que le “gustaría que más chicas” participaran en iniciativas como ésta, relacionada con las áreas bautizadas como STEM, por las siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas. De hecho, desde la Universidad de Granada se trabaja en proyectos como los Campus para Chicas en despertar vocaciones entre las alumnas de Secundaria.

Julia sí tiene claro que quiere encaminar su futuro universitario hacia las ciencias. Asegura que le gustaría estudiar el doble grado de Matemáticas y Física, aunque conoce de sobra la elevadísima nota de corte de esta titulación (por encima de 13 de un máximo de 14 puntos) y, ya en el terreno de las Matemáticas, indica que lo que más le motiva es la aritmética, los números.

El suyo fue un talento que pasó desapercibido en los dos primeros años en el instituto, por lo que no pudo participar en iniciativas como Estalmat o competiciones matemáticas. “Me resultaban fáciles”, reconoce sobre las clases. Cuando llegó a tercero de ESO, Sinforoso Alcalá detectó el potencial de su alumna y le propuso participar en iniciativas como la Olimpiada Matemática. “Esto es más bien un hobby”, indica sobre el trabajo que ahora desarrolla con este profesor, con el que queda para resolver problemas.

¿Por qué las Matemáticas? Julia afirma que lo que le gusta es la lógica, “demostrar que es así por algo”. Reconoce que “para lo exámenes no estudio, es entenderlo”. Pascual Jara abunda en esta idea con una metáfora. “Cuando subes una montaña, pisas piedras, tropiezas, te caer. Pero cuando llegas a la cima y ves todo, se te abre la mente, por fin lo entiendes”.

Llegar a esa capacidad de entendimiento, al uso de la lógica y de la razón, es lo que se premia en este encuentro, que no valora tanto los conocimientos matemáticos como el que los estudiantes sean capaces de plantear el problema como una travesía campestre en la que, al final y como premio, todo encaja. “La suya es una lógica más natural”, explica el catedrático sobre la capacidad de los alumnos de afrontar los enunciados. “No nos interesa que un alumno sepa mucho, sino sus actitudes y aptitudes”, resume.

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