Homenaje

De Morente a The Clash: los otros 'Enlorquecidos'

Enrique Morente y Leonard Cohen en un encuentro en Benicàssim.

Enrique Morente y Leonard Cohen en un encuentro en Benicàssim. / G. H.

Miguel Poveda prestó el pasado jueves su voz a Federico García Lorca, y todos los asesinados durante la Guerra Civil, en el acto que cada agosto acoge el parque dedicado al poeta en Alfacar, en celebración del aniversario de su fusilamiento. El catalán, ferviente admirador del de Fuente Vaqueros, ha sido el último nodo de una red que se extiende muchos años atrás, con infinidad de artistas que han tomado, en distintos registros, la obra de este autor como referencia para sus propios versos. 

Uno de los casos más icónicos es el de Camarón de la Isla, quien con su obra La leyenda del tiempo (1979) tomó poemas de Romancero gitano para acercar los versos del poeta al flamenco, al que Lorca siempre estuvo íntimamente vinculado y que ensalzó en libros como Poema del cante jondo.

Aunque odiado por muchos al principio, el disco de José Monje Cruz terminó por volverse uno de los pilares en los que se fundamentaría gran parte del flamenco venidero, aunque apoyados, eso sí, sobre los cimientos que habían plantado otros como Lole y Manuel. Aunque fue su voz la que inmortalizó los versos de Lorca, la mayor parte del éxito de La leyenda recae en Ricardo Pachón y Kiko Veneno, quienes introdujeron a Camaron en el universo del poeta, de hecho la mayoría de canciones que incluye el disco llevan la firma de Pachón, también productor, y el resto la del músico catalán. 

Nana del caballo grande o el que da nombre al disco fueron temas encargados de otorgar una nueva vida a los versos de Lorca, a quien el cantaor tomó para dar identidad a su pueblo y revolucionar el flamenco, fusionándolo con elementos propios del jazz y el rock, en un panorama nacional donde la música empezaba a abrir sus horizontes, con la irrupción de grupos internacionales, que aportaron savia nueva. 

Pero si hay que hablar de músicos internacionales, sin duda es Leonard Cohen quien más destaca en lo de musicar la poesía de Federico García Lorca. El bardo canadiense tenía apenas 15 años cuando, durante un paseo por Montreal, entró a una librería y se topó con un libro titulado The Selected Poems Of Federico García Lorca, fue así como el autor de Hallelujah tomó contacto con el de Poeta en Nueva York, estableciendo unos vínculos que jamás se romperían.

Camarón (izq) junto a Ricardo Pachón en una imagen de archivo. Camarón (izq) junto a Ricardo Pachón en una imagen de archivo.

Camarón (izq) junto a Ricardo Pachón en una imagen de archivo. / G. H.

Años después, durante la recogida del Premio Príncipe de Asturias, el propio Cohen relató aquella experiencia: "Ustedes saben de mi profunda conexión y confraternización con el poeta Federico García Lorca. Puedo decir que cuando era joven, un adolescente, y buscaba una voz en mí, estudié a los poetas ingleses y conocí bien su obra y copié sus estilos, pero no encontraba mi voz. Solamente cuando leí, aunque traducidas, las obras de Federico García Lorca, comprendí que tenía una voz. No es que haya copiado su voz, yo no me atrevería a hacer eso. Pero me dio permiso para encontrar una voz, para ubicar una voz, es decir, para ubicar el yo, un yo que no está del todo terminado, que lucha por su propia existencia".

Ese amor por la obra de Lorca tomaría una de sus mayores expresiones en Take this waltz, la versión sui generis del Pequeño vals vienés, que Cohen incluyó en I'm your man (1988) y cuyo videoclip grabaría en la Casa Museo de Fuente Vaqueros, dejando para el recuerdo una peculiar imagen, la de Cohen haciendo el pino ante un retrato de Lorca, una instantánea que llegó incluso a las portadas de la prensa británica.

Aquella visita, de la que el propio Cohen reconoció que terminó con más de un centenar de folios tirados a la basura y una galopante depresión, también sirvió, pese a todo, para sembrar una amistad que a la postre terminaría de nuevo por hacer tambalear los cimientos del género: la del ronco del Albaicín con la del ronco de Montreal.

La relación entre Enrique Morente y Leonard Cohen comenzó en aquel 1986 cuando el canadiense visitó Granada y, tras varios contactos esporádicos, terminó de fraguarse siete años después, de nuevo en España, esta vez en Madrid, en la presentación de The future

En aquella época, Morente planeaba junto a Largartija Nick fabricar una bomba de relojería con los textos de Poeta en Nueva York, que acabaría llamándose Omega (1996), y Leonard Cohen se coló en el set-list. Aunque hicieron cerca de quince adaptaciones de letras del autor de I'm your man se incluyeron finalmente Hallelujah, Priests y First we take Manhattan, además de la versión de Pequeño vals vienés.

Morente, al igual que Cohen, también descubrió a Lorca siendo joven, cuando rondaba la veintena, cuando leyó Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores y todo su mundo se volvió del revés. "En ese libro vi Granada, vi mi barrio, mi gente, y me emocioné", reconoció el flamenco en una entrevista. Aunque el de Fuente Vaqueros no es la musa de Morente, quien siempre vio a Miguel Hernández como su 'padre' poético, el autor de Homenaje a don Antonio Chacón, dedicó dos trabajos más a Federico: el primero no dejaba lugar a dudas, Lorca (1998), y varios años después llegó Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (2010), un encargo de la Casa de Fuente Vaqueros.

También puede rastrearse, aunque en menor medida, la presencia de García Lorca en los hijos de Morente. Comenzando por Estrella, quien precisamente debutó en solitario con un homenaje al poeta. Ya más recientemente, la primogénita puso voz, junto a otras granadinas como Marina Heredia, al espectáculo de Lorca en el Generalife de 2020 y unos años antes, en 2017, su hermana Soleá fue la cantante del homenaje al fusilamiento de Lorca en Alfacar. 

También en la otra dinastía flamenca de Granada, los Habichuela, ha habido sentidos homenajes a Lorca. Recientemente, Juan Habichuela Nieto presentaba su disco Ocho abrazos para Lorca, un trabajo inspirado en las emociones que le produjo leer al poeta durante la pandemia, una época en la que se refugió "en Lorca, en la soledad”.

Por último, otro de los grandes de la música granadina, Carlos Cano, se introdujo en el universo lorquiano en Diván del Tamarit (1998), surgido como parte del centenario del nacimiento de Federico. La elección del poemario no fue casual, el propio Cano reconoció en una entrevista que, como a Juan Habichuela, la lectura del poemario homónimo (publicado póstumamente) le ayudaron a combatir la soledad y el aislamiento. El resultado fue un álbum doble con la colaboración de artistas como Leo Brouwer, la Orquesta Filarmónica de Londres, el Orfeón Donostiarra, Javier Krahe, Paco Ibáñez o José Antonio Labordeta.

En un registro algo diferente está Raúl Alcover, quien en 2019 lanzó La voz de Federicoun proyecto patrocinado por el Patronato García Lorca y nace bajo una doble perspectiva: continuar sensibilizando sobre la búsqueda de alguna grabación de la voz de Lorca en los archivos guardados y, por otro lado, seguir interpretándola. Raúl está convencido de que la voz del poeta se encuentra en algún estudio de radio en algún archivo perdido.

Alejado del Sacromonte y el Albaicín, también puede rastrearse el espíritu del poeta en el tema Romance de la pena negra, extraído de un poema del Romancero gitano, que abrió el álbum de Fito Páez Moda y pueblo (2005), o La ciudad de los gitanos, de Marea, en la que se incluyen versos del Romance de la guardia civil o la mención que a su asesinato se hace en Spanish bombs, la mítica canción de The Clash, cuyo cantante, Joe Strummer llegó a visitar Granada en los años 80 para tratar de encontrar el cuerpo de Lorca, un viaje que hizo en compañía de Jesús Arias, hermano del líder de Lagartija Nick.

También, para cerrar el círculo, es digno de mención el álbum Lorca sonoro (2022), de Pasión Vega, quien ya puso su voz al homenaje de Alfacar en el 85 aniversario del fusilamiento del autor de Bodas de sangre. Un disco, el de la madrileña, en el que vuelven a encontrarse canciones conocidas, como La leyenda del tiempo o La tarara, inmortalizadas por Camarón, pero también otras como el archiconocido Pequeño vals vienés. 

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios