Escuchamos lo que nos interesa de aquello que oímos y nos volvemos sordos de repente cuando lo que oímos no interesa escucharlo. Miles de personas acudieron el pasado domingo a Colón para protestar contra la posible concesión de indultos a los condenados por el "procés". Parece que la condición sine qua non para acudir en masa forrados con banderas rojigualdas, (desde el ojo del dron televisivo construían una imagen en la calle muy próxima a la que conformaba la de los independentistas en su momento envueltos en la señera), va más allá de cuestiones legales o políticas, el no al indulto está marcado por una cuestión religiosa: el acto de contrición. Eso al menos es lo que trasciende de las declaraciones del número dos del PP, Teodoro García Egea: "Tiene que haber arrepentimiento, y estos señores no han manifestado arrepentimiento, sino todo lo contrario".

Resultan inquietantes estas palabras, primero porque da la impresión de que la "moral católica" sigue teniendo mucho más que decir de lo que debería en una sociedad laica y segundo, viene a evidenciar que esas miles de personas que salieron el domingo a la calle indignadas, y las miles que desde su casa apoyaban la concentración, se rigen, no por las leyes que marcan la Constitución vigente, sino por la terrible "Ley del embudo". De otro modo, es incomprensible que no se manifestaran contra los 468 indultos en 11 meses de presidencia de Mariano Rajoy, los 139 indultos a condenas por corrupción durante el periodo de gobierno de Aznar, casos todos en los que el arrepentimiento no se probó, al menos fuera del confesionario, y eso la sociedad civil nunca podremos saberlo, aunque quizás en privado susurraron con la boca muy pequeña y la tranquilidad que da la certeza católica de que en cuanto se recen las tres "AveMarías" de rigor habrá de nuevo carta blanca para volver a ser corrupto, para robar, para volver a violar…, hasta la próxima confesión. Manuel Arbesú, guardia civil, grababa a otro hombre mientras abusaba de una mujer en el vagón de un tren. Un indulto de Rajoy modificó la pena de cárcel por una multa de 500 euros y la reincorporación inmediata a su puesto, tal vez se arrepintió en la misa de doce. Un kamikaze condenado a 13 años de prisión por acabar con la vida de dos personas fue indultado, no tenemos pruebas de arrepentimiento, sólo sabemos que era hermano de un exalto cargo del PP y compañero del bufete donde trabajaba el hijo de Alberto Ruiz Gallardón. Indultados cuatro mossos d'Escuadra que torturaron a un hombre, detenido por error, introduciéndole una pistola en la boca para obligarle a confesar lo que era imposible que confesara, indultados quince terroristas de la organización catalana Terra Lliure, y un etcétera nada relevante para los manifestantes de Colón. Este indulto simula la excusa perfecta del follonero

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