La memoria es frágil. Una hebra fina que nos une al tiempo y a sus acontecimientos; apenas un hilo, un imperceptible filamento tan tenso que parece preparado para quebrarse en cualquier instante. Y es en un instante súbito e imprevisible cuando salta, golpeando furioso como un látigo al mundo de alrededor. Olvidamos lo que la conveniencia nos dice que no es apropiado recordar. Olvidamos políticamente, olvidamos socialmente, olvidamos afectivamente lo que no es oportuno, aunque tampoco sea ético el olvido. Olvidamos para engrandecernos políticamente, socialmente, sin embargo, nunca afectivamente. Pero ¿a quién le importa lo afectivo en esta tesitura? Enarbolamos el olvido como bandera y se tergiversan hechos, datos, nombres, muertos…, lo que sea. Se elabora con tanto mimo el olvido que hasta los que no quieren olvidar acaban padeciendo amnesia.

Los métodos son múltiples y variados. Durante el franquismo, en 1950, se eliminó del diccionario la palabra "exilio". Era mucho más grato referirse a los exiliados como emigrantes y se olvidaba que algunos o algunas, como la gran Margarita Xirgu murió al otro lado del océano con la llave de su piso de Barcelona siempre en el bolso y el deseo incumplido de volver a su casa. Se olvidó que las brujas eran mujeres de la alta burguesía, de la nobleza e incluso de la realeza que donaban sus fortunas a conventos laicos donde vivían estudiando, formándose en botánica, astronomía, astrología, anatomía, etc. Sabias que consiguieron una independencia cobrando un sueldo por curar, a las que acudían nobles y reyes con dolencias, y a las que señalaron con el dedo nobles y reyes y obispos condenándolas a la hoguera cuando, después del Concilio de Trento, se negaron a someterse a la jerarquía de la iglesia. La diputada socialista Laura Berja pudo haberle contestado al diputado de Vox que la insultó llamándola "bruja", pues este señor tan sólo concibe el término como lo hacían sus ancestros miembros de la Inquisición, con un "gracias por el cumplido". Pero hemos olvidado quienes fueron realmente aquellas mujeres y dejamos que el término "bruja" sea un insulto, incluso como parte de la educación de los niños, en cuyo inconsciente sólo pueden ver en la figura de la bruja a una mujer fea, mala, a alguien deplorable, siempre con la olla en el fuego y con una escoba como compañera, imagen muy próxima a sus propias madres o abuelas… Los olvidos son políticamente correctos cuando así lo requiere el momento. Escribía Bécquer: "Donde habite el olvido, allí estará mi tumba" y Cernuda se hizo eco de estos versos. Dejad al olvido campar a sus anchas es permitir que nos construyan a imagen y semejanza del abusador, no de otra manera puede definirse a quien es incapaz de mirar de frente a la historia, asumir errores y saber pedir perdón. Acaban de publicar los efectos beneficiosos de la hierbabuena contra el Alzheimer, sería bueno institucionalizar la hora del mojito.

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