Escorpión

Un acto percibido por provocadores y provocados como una provocación ES una provocación

Otro misterio del callejero: en la Chana hay una calle dedicada al Escorpión. Quizá quien eligió el nombre quería, como el chiste, prevenirnos contra la tentación de creer a un escorpión cuando promete que no nos picará, porque picar está en su naturaleza. Análogamente, provocar está en la naturaleza de nazis y fascistas. El elemento esencial de la táctica de Goebbels en los años 20 fue el uso de la provocación para atraer la atención sobre su partido. No sorprende que un siglo después Abascal use la misma táctica. Sorprende más que lo haga con el mismo éxito.

El contexto es el siguiente. La intención de voto para Díaz Ayuso sube, poniendo en peligro la presencia de Vox en la Asamblea de Madrid. Vox necesita una campaña que le diferencie del PP y movilice a sus votantes. Conforme a su naturaleza, Vox comienza con una provocación: lleva el primer mitin a Vallecas, un barrio que vota muy mayoritariamente a la izquierda. Hay quien cuestiona que esa acción constituya una provocación, pero un acto percibido por provocadores y provocados como una provocación ES una provocación. En este caso hay que darle la razón a Berkeley: ser es ser percibido.

Ante una provocación así caben dos estrategias inteligentes. La primera es ignorarla: PSOE, UP y Más Madrid pidieron a la gente de Vallecas, en un comunicado conjunto, que no boicotearan el acto. La segunda consiste en manifestarse pacíficamente, mostrando una aplastante superioridad numérica y moral frente a la ultraderecha. Ahora bien, quienes adopten la segunda estrategia tendrían que leer los tres tomos del libro de Gene Sharp The Politics of Nonviolent Action, porque no es fácil aguantar las provocaciones. Sabedor de esto, cuando Abascal comprobó que la suya no acababa de surtir efecto se bajó del escenario y se encaró con los manifestantes, incurriendo así en una segunda provocación. Luego sus seguidores acogieron con íntimo regocijo los objetos que caían sobre sus cabezas, como acogían el maná los seguidores de Moisés.

Propongo llamar "antifascistas" a quienes votan a los partidos que ni son fascistas ni están dispuestos a pactar con estos. Luego están quienes no votarán el 4 de mayo, pero sí arrojaron botellas a los de Vox. Está por ver si no les arrojaron también unos cuantos votos por encima del cordón policial. Para referirnos a esos individuos, en la Chana y otros barrios usamos una palabra que no reproduciré por decoro.

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