Rosa de los vientos

Pilar Bensusan

bensusan@ugr.es

Orga-no

Es acuciante parar la venta de bienes de nuestro patrimonio si no queremos perder más señas de identidad de Granada

Por si algo nos faltaba en Granada, la semana pasada se ha conocido que está en venta, no sólo el convento de Santa Catalina de Siena -que cumpliría 500 años como tal en poco más de una década-, sino también, como pack independiente, su órgano, cuya caja es de 1738 y su instrumento de 1925.

Un valioso órgano que, al menos que se ponga freno, va a salir del patrimonio histórico-artístico de Granada para incorporarse a otro destino, y miren por donde se trata de un destino mucho más rico y puntero, Sevilla. Concretamente la capilla del Rosario de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, la única que ha hecho una propuesta económica en firme, aunque no sabemos a cuánto asciende la oferta para tan importante adquisición.

Por el convento sí sabemos que las religiosas de clausura que allí vivían piden 4.750.000 euros, y que varias empresas se han interesado por su compra con la intención de darle un uso hotelero, lo que comportaría que se modificase su estado original para adaptarlo a un hotel, con su consiguiente distorsión histórica, artística y cultural. Menos mal que no es transportable, porque, si no, a bien seguro que también se lo llevaban fuera de Granada piedra a piedra.

¿Dónde están la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Granada alzando su voz para impedir esta irreparable pérdida? Parece que la Delegación del régimen no presenta oposición a tal traslado porque va a ser ubicado en una capilla, qué casualidad, de su capital. Y el Alcalde dice no saber nada de la venta del órgano y que sólo conoce que unos inversores chinos se han interesado por el convento, lo que encima ha desmentido la abogada de las monjas dominicas, que asegura que sólo se han interesado empresas españolas.

Sea como fuere, habría que evitar la salida del órgano de Granada, porque perderíamos una parte más de nuestro patrimonio cultural, rico, por cierto en órganos eclesiales, y que puede ser restaurado sin un coste muy alto.

Para más inri, esta pérdida podría ser la punta del iceberg de otras pérdidas semejantes en cadena, ya que los conventos de Santa María de las Vistillas y de San Bernardo, también cerrados, poseen valiosos órganos, que también podrían terminar vendiéndose al mejor postor.

Es acuciante parar la venta de estos bienes de nuestro patrimonio histórico y cultural, y procurar que se queden dónde están, si es que no queremos perder más señas de identidad de Granada de las que ya hemos perdido hasta ahora…

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