Por muchas bondades envidiables que tenga Granada, hace falta impulso y compromiso", declaraba Antonio Banderas en el sexto encuentro de 'Granada Conectada'. Y tal vez sean esas bondades envidiables las que frenen cualquier impulso y las que hagan que los compromisos tengan la fragilidad de una pompa de jabón. Múltiples son los ejemplos que se podrían dar en este sentido. Uno de los más evidentes es el de la candidatura para ser Capital Cultural Europea en 2031. A pesar de, incluso, crearse una concejalía, Estrategia 2031, para tal fin, hace dos meses escasos aparecía en prensa cómo "Granada olvida su candidatura. El proyecto considerado como estratégico para el Ayuntamiento se encuentra fuera de agenda desde hace casi un año". Para lo que ha sido siempre Granada en cultura resultaría un tanto vergonzoso perder ante ciudades como, con todo mi respeto, Jerez, Gijón, Las Palmas o la mismísima Burgos. Desde los diarios se apunta ya que serán otras instituciones las que, con suerte, vendrán a salvar una candidatura incapaz de consolidarse por sí misma. Vendrá la Universidad y su quinto centenario que coincide en fechas, las bondades propias que nos definen, y vendrá hasta el club de fútbol, que celebra entonces su centenario, si consigue resistir en Primera. Funcionamos faltos de habilidad, atados al "largo me lo fiais", mientras el resto de las candidatas van tapando huequitos y acercándose sin prisa, pero sin pausa, a contenidos y continentes que puedan desbancarnos. Arrancamos como 'paquidermo' por cacharrería, solicitando candidaturas sin plantear qué Granada queremos. No sabemos si queremos la Granada de las despedidas de soltero, la de los botellones que dejan cada mañana la puerta de nuestro poeta más ilustre sembrada de basura, la de capital europea de la marihuana, la de un turismo de masas que no aporta nada en comparación con lo que destruye, la de festivales que no van más allá porque no se promocionan como se debería... La ciudad se vuelca en mamotretos gigantes que luego no se sabe con qué llenar. Se construyen o se restauran edificios cuya funcionalidad no se define antes. Una lista de elefantes blancos llena la ciudad postulante. Miro con tristeza el desafortunado Molino de Ángel Ganivet, ese teatro o salón de actos, o lo que sea, sin programación, en el recinto de la antigua cárcel, o la sala de exposiciones de Puerta Real cerrada hoy, y de la que haría un buen uso el Centro Artístico. Declara el actor malagueño que intenta "dinamizar a la sociedad malagueña y la imagen que se da al exterior". Lo tiene fácil. Dinamizar a la sociedad granadina y, lo que es peor, a su clase política, es harina de otro costal.

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