El camino se recorre andando e invirtiendo. Mientras tanto, seguiremos atentos a estas señales de humo.

La mercancía es nuestra vida o su rastro digital desde el que tan fácil resulta reconstruir lo que hagamos.

Los vientres de las mujeres son los nuevos campos de batalla y la soberanía nacional y su mandato está en venta.

Un reseteo necesario y un centramiento el que vivimos para relanzar la idea de ofrecer cultura de calidad.

No vale todo, no. Hay límites que la lógica de mantener un principio en su lugar aconsejaba respetar.

Mejor no hacer más sangre en esa herida abierta de esta ciudad que se deja robar sin rechistar.

Son muchos los que quieren a su Iglesia, pero disponen de pocas armas dialécticas para enfrentarse a la calumnia.

Nada como reinventarse, como simple ejercicio de libertad dentro de estos estrechos márgenes.

Nada como irse a recoger la aceituna para madurar tanta verborrea sobre el cambio climático.