Confrontar es un verbo que el PSOE conjuga en plural y subjuntivo, echando la culpa a la intransigencia de los demás.

La izquierda de guardia sólo pretende el desgaste del oponente sin más razón que la de ridiculizar un simple gesto.

En los menús de Nochebuena no manda el cambio climático, sino la costumbre, el poder adquisitivo... y el precio de la luz.

Es un escándalo tolerado que Sánchez se ría cada día un poquito de quienes les votan y de quienes no.

No parece coherente tal rebeldía sin evitar contribuir con ello el refuerzo estratégico del rival directo.

El tránsfuga Salvador vivirá con el empacho de su glotonería por querer ser protagonista de lo uno y lo contrario.

Con naturalidad sanchista se ha pasado de acoger a los inmigrantes del Aquarius a devolver a menores magrebíes.

Amar al club que le dio todo tiene sus límites, porque trabajar gratuitamente es de becarios y amas de casa.

El prestigio de los atletas es proporcional a las audiencias, atraídas a competiciones bajo la bandera de su país.

En el sanchismo no queda nada de aquel socialismo del café para todos, ni del que emergió contra los privilegios.